La leishmaniosis es una de las enfermedades más graves de nuestros perros. Estamos ante una de las patologías más temidas por los propietarios de mascotas en nuestro país. Una enfermedad que se transmite por un mosquito, que tiene una difícil prevención y con un tratamiento que, por el momento, no consigue la curación completa.

Esta compleja enfermedad es causada por un organismo unicelular con cola (protozoo flagelado) del Género Leishmania; este parásito afecta a los vertebrados con la genuina, única e imprescindible ayuda de la picadura de un insecto: el Phlebotomus; para ser más exactos y más justos, diremos que son las hembras de este insecto las únicas responsables de la transmisión de la enfermedad; ellas son hematófagas: se alimentan de sangre;  es por esta peculiar forma de nutrición por la que tienen la capacidad de transmitir el parásito de un animal enfermo a un animal sano. La hembra del mosquito es de hábitos nocturnos y actúa preferentemente en ambientes cálidos de zonas rurales y de la periferia de las ciudades.

VÍAS DE CONTAGIO

Para que la enfermedad se difunda necesitamos: un perro enfermo, un perro sano, un mosquito (Phlebotomo) y parásitos (Leishmanias); con todos estos ingredientes mezclados en las justas proporciones tendremos una desgraciada receta: Leishmaniosis. Un perro enfermo está dando un gratificante paseo al atardecer por la orilla de un riachuelo; una hembra del Género Phlebotomus lo ve y lo elige como plato del día. Para servirse el preciado alimento pica y con el picotazo ingiere formas parasitarias. Estas formas parasitarias adquiridas al alimentarse se desarrollan y se transforman en otras formas parasitarias distintas dentro del mosquito. Pero aquí no acaba la historia; nuestro especial vehículo de la enfermedad quiere probar otros menúes; visualiza otro plato del día: un maravilloso y sano animal; se dirige hacia él con su punzante cubierto y, a la vez que se alimenta, introduce las formas parasitarias que se han desarrollado en su interior en la desafortunada mascota: ciclo concluido y nuevo animal enfermo.

LA ENFERMEDAD

Cuando el parásito se difunde por el organismo del animal no lo hace al azar, tiene sus claras preferencias: o por la piel (Leishmaniosis cutánea) o por determinadas vísceras (Leishmaniosis visceral). Cuando es la piel el punto de destino elegido podremos apreciar caída de pelo, úlceras, crecimiento excesivo de las uñas, pérdida de la coloración habitual de la nariz…  en el caso de afectar a una o más vísceras el animal presenta aumento del tamaño del abdomen, pérdida de peso, menor actividad… pero si por desgracia uno de los órganos afectados es el riñón, el pronóstico suele ser bastante desfavorable; si el riñón ha sido elegido por el parásito como punto de residencia será mucho más difícil que el tratamiento consiga mantener al animal entre nosotros con una calidad de vida suficiente. Existen otros síntomas posibles como el aumento del tamaño de los ganglios, el sangrado nasal, la conjuntivitis… ante la duda acudiremos a nuestro veterinario; con una simple prueba podremos saber si nuestro animal padece esta enfermedad y podremos poner todos los medios necesarios cuanto antes; coger esta enfermedad a tiempo suele ser fundamental para conseguir buenos resultados; es por ello que se recomienda realizar la prueba de diagnóstico todos los años.

TRATAMIENTO INCOMPLETO

Si nuestro animal ha dado positivo tras realizarle los análisis no debemos darnos por vencidos; debemos  tener muy en cuenta que existen gran número de tratamientos que consiguen mantener un buen estado general de la mascota; también es justo decir que actualmente y a pesar de todos los esfuerzos y combinaciones farmacológicas, no existe una cura definitiva. A pesar de todo, cada vez son más los animales enfermos que tras un tratamiento individualizado y realizando los controles periódicos, mantienen una calidad de vida digna, con la siempre triste excepción de los animales que padecen una afectación visceral grave (principalmente renal).

Web: La Leishmaniosis no es un juego

Fuente: Mascoteros