Son muchos los perros que disfrutan caminando y jugando en la nieve, algo muy común durante esta época del año. Sin embargo esta actividad conlleva algunos riesgos, por lo que es importante que tomemos precauciones para que las bajas temperaturas no dañen su salud.
A estos animales les afecta el frío casi en la misma medida que a las personas. Por este motivo es importante que el perro vaya protegido con un buen abrigo, para evitar que enferme. En este sentido, si vemos que nuestro perro comienza a tiritar, lo mejor es que lo llevemos rápidamente a una zona acondicionada, donde pueda entrar en calor. Si es necesario, podemos usar un paño humedecido en agua caliente; nunca sumergir todo su cuerpo en agua caliente, pues el cambio drástico de temperatura podría empeorar el problema.
Las almohadillas de las patas son una de las zonas que más sufren al tener contacto con la nieve, especialmente en cachorros. Durante los primeros meses de vida, las almohadillas de los perros aún no están preparadas para soportar temperaturas extremas, por lo que debemos protegerlas con botas especiales. También existen algunos geles protectores para esta zona.
Asimismo, es importante que limpiemos frecuentemente, y sobre todo al llegar a casa, las patas del animal con toallitas húmedas, de manera que eliminemos restos de nieve o sal. Debemos evitar que se las lama, ya que suelen administrarse anticongelantes a la nieve, productos tóxicos que pueden resultar fatales para nuestra mascota. Por este mismo motivo, no podemos permitir que se la coma, algo que les encanta a muchos perros.
También es importante que no perdamos a nuestro can de vista y llevarle siempre con la correa, pues es fácil perderle entre la nieve. Además, en estas condiciones le será más complicado olfatear a su dueño, por lo que le costará encontrar el camino de vuelta si se aleja.