- Refregar hocico del perro en la orina cuando lo hace en casa.
Cuando el perro orina en casa, lo hace porque no ha aprendido correctamente a no hacerlo. Generalmente es fruto de un mal aprendizaje de cachorro.
Con este gesto, lo que aprende el perro es que en presencia de olor a orina el propietario se enfada, y para conseguir que se calme, el perro utiliza lenguaje de sumisión (orejas hacia atrás, cuerpo agachado, desvía la mirada). No entiende que esa orina es suya y que el propietario está enfadado porque lo ha hecho en casa. La consecuencia de todo esto es que el perro no aprende a no orinar en casa, sino a orinar en casa en ausencia del propietario. El problema no se soluciona y la mala relación entre propietario y perro consecuencia de este conflicto, se perpetúa en el tiempo.
En conclusión, refregar el hocico del perro en su orina no elimina el comportamiento, al mismo tiempo que empeora el vínculo y la relación entre perro y propietario.
- Someter al cachorro.
Las madres someten a sus crías cuando muerden fuerte al jugar para enseñarles a no hacerlo. Es algo que sólo ellas saben hacer.
La relación que tenemos los humanos con los perros es totalmente diferente. Los perros se someten de forma activa para rebajar la tensión cuando están siendo castigados o notan que estamos enfadados. Es su manera de detener el conflicto.
Al someter al perro de forma artificial, lo que estamos consiguiendo es crear un sentimiento de miedo y afectando nuestro vínculo con él. Podemos conseguir que se quede quieto a la fuerza, pero el perro no está aprendiendo nada más que a estarse quieto (no conseguiremos que no realice el comportamiento por el que lo estábamos sometiendo).
La sumisión es un comportamiento que el perro realiza de forma natural para disminuir la tensión del momento, bien sea con el propietario o con otros perros. Erróneamente esta sumisión es confundida por el propietario con el sentimiento de culpa, y así el propietario afirma: él sabe que lo ha hecho mal. Cuando la realidad es otra: él sabe que estás enfadado, pero no por qué.
- El perro debe saber quién es el jefe de la manada.
Se ha visto que los perros no crean jerarquía con sus propietarios. Sí existe jerarquía entre los perros de una misma casa.
Los perros aprenden de los castigos y las recompensas. Que un perro realice uno u otro comportamiento dependerá de las experiencias pasadas y de si ese comportamiento ha sido castigado o premiado. Si empleamos la obediencia básica como directriz en nuestras relaciones, y premiamos a nuestra mascota cuando hace los comportamientos que nos gusta, cada vez será más obediente, y realizará dichos comportamientos con mayor frecuencia.
Antiguamente se asociaba la agresividad al propietario con un problema de dominancia, y se afirmaba que el perro no sabía quién era el líder de la manada. Hoy en día se sabe que dicha agresividad hacia el propietario se debe, en su mayor parte a la frustración que desencadena un ambiente poco predecible y a la sensación de falta de control que ello conlleva.
- Actúa por venganza.
Esta afirmación es común en los casos en los que el perro realiza comportamientos inapropiados en ausencia del propietario, como por ejemplo romper cosas u orinarse en casa. Emplear estos términos (venganza, celos, etc.) es antropomorfizar a los perros. Son sentimientos puramente humanos. El perro puede realizar estos comportamientos porque padece ansiedad por separación o puede deberse a un exceso de actividad por falta de estimulación. Pero en ningún caso está actuando de forma deliberada para enfadar al propietario o porque siente que se ha cometido una injusticia con él.
Ana Gómez